Se graduó como licenciado en Teología y tomó la carrera eclesiástica. Atendió el curato de Zumpahuacán de 1571 a 1626; fue amigo e informante de Carlos Becerra Tanco, uno de los primeros en hablar de la virgen de Guadalupe. Conocedor de la cultura náhuatl, escribió un importante libro, el cual forma la segunda parte de los Anales de Cuautitlán o Códice Chimalpopoca. Antes había este texto con el nombre de Breve Relación de los Dioses y Ritos de la Gentilidad, cuyo original se encuentra en el Museo Nacional de Antropología e Historia.
Con este personaje brotó la primera chispa del agrarismo en Zumpahuacán, quien proclamó en 1892 un plan de insurrección, que tenía como propósito principal la restitución de las tierras que habían sido arrebatadas a los pueblos. Nació en Zumpahuacán y fueron sus padres José Ma. Castañeda y Felipe Gutiérrez. Se ordenó sacerdote en 1889, regresando a su tierra después de haber estado como Vicario en algunas parroquias. En plena juventud, apenas cumplidos los veintitrés años pretendió insurreccionar pueblos en contra del gobierno federal de 1894. Durante el gobierno de José Vicente Villada, fue fusilado en Tenancingo, cabecera del distrito al que pertenecía el municipio de Zumpahuacán. No se ha hecho reconocimiento a su tarea.
Fue Gobernador de Zumpahuacán en el año 1591; siendo indio principal de Zumpahuacán, administró el cargo de gobernador en el pueblo de Tonatico y en 1592 ocupó el cargo de juez y gobernador de Joquicingo.
El 2 de marzo de 1725 los indígenas del pueblo de Zumpahuacán aprobaron la elección de Agustín Nieto como gobernador de la jurisdicción de Malinalco, debido a lo atinado de su gestión en favor de aquellos.
Nació en el poblado de San Gaspar Totoltepec, municipio de Zumpahuacán, México. Era hijo de Cayetano Saavedra, formó un ejército y que luchó contra los soldados del gobernador y es considerado como un revolucionario zapatista. Se sabe que obtuvo gran cantidad de armas, dinero en oro y plata de las haciendas, que guardó en cuevas que sólo él sabía como se abrían y se cerraban por lo que la gente le temía, creyendo que tenía su pacto secreto con el diablo, tan de moda en ese tiempo.